La soledad en la tercera edad es uno de los grandes enemigos del bienestar de nuestros mayores, debe de ser un tema del que tenemos que ocuparnos, pues no solo su calidad de vida implica un buen estado físico, sino también emocional.
Las principales necesidades emocionales de las personas son la necesidad de estima y reconocimiento. Es por ello, que las personas mayores con más íncapié requieren continuar sintiendose parte de la sociedad y de su entorno cercano. Para las personas mayores es muy gratificante rodearse de gente más joven o de personas que se muestran más vivas y más alegres, convivir con personas de edades diversas aporta perspectivas distintas de vida y el intercambio de experiencias vitales. Sin embargo, es frecuente que algunas personas mayores puedan llegar a sentirse solas, ya sea por el escaso contacto con sus familiares u otras personas como aun encontrándose rodeado de todo y todos. La soledad también puede surgir por miedos e inseguridades propias de la edad, o a causa de enfermedades crónicas que disminuyen progresivamente su calidad de vida y les impiden desenvolverse por sí mismos, afectando también a su estado anímico.
Cabe mencionar también, el cambio de hábitos de rutinas y de actividades de la vida diaria después de la jubilación, esta nueva situación genera en ocasiones o por un periodo de tiempo diversos sentimientos, ya que es un momento que se preveía desde años atrás y se percibía feliz en su globalidad, pero en el momento de su llegada es posible que la persona sienta un mayor aislamiento, no manteniendo ese contacto diario con un otro. No obstante, en estos casos suele darse un periodo de adaptación, la persona deberá de fórmular nuevas estrategias para relacionarse, actividades para ocupar su tiempo con cosas que le hagan sentir bien y adaptarse paulatinamente a su nueva cotidianidad.
La familia o las personas más cercanas son fundamental para incentivar y mantener actividades sociales, para que disfruten del ocio, se sientan activos y al mismo tiempo mantengan su independencia, dentro de los límites que cada uno pueda padecer.
En la actualidad existen muchos y diferentes recursos para mantenerse activo, tales como la participación en asociaciones culturales, programas de voluntariado, cursos y talleres de diversas temáticas y perfiles de personas. También hay lugares donde se promociona buenas relaciones sociales y buena actividad social: hogares del pensionista, centros culturales, centros para mayores, etc. Asimismo, hay que tener presente el termalismo que ofrece el IMSERSO, como los viajes de más o menos días al igual que las prromociones que distintas agencias de viajes realizan con precios reducidos, siendo buenas opciones para mejorar el bienestar en todos los sentidos.
Finalmente, hay numerosas organizaciones de voluntariado en las que las personas mayores pueden desempeñar una importante labor, repercutiendo y contribuyendo positivamente en otros. Desde actividades que pueden realizarse en parroquias u otras ONG’s (roperos, comedores sociales, banco de alimentos, colaborando en la organización de diferentes campañas, acompañamiento a personas dependientes, etc.) pasando por otras actividades de índole formativo, asesorando, orientando y exponiendo sus experiencia profesional a personas jóvenes emprendedoras que buscan asesoramiento.
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