Queremos hablaros de un concepto que influye en nuestra vida, puede ocurrir de forma ocasional, puntual o a largo plazo, debemos de ser capaces de darnos cuentas para atajarlo: hablamos de la anhedonia.
La Anhedonia se considera una falta de respuesta a un estímulo habitualmente placentero, afectando a la capacidad de experimentar placer, al no reconocerlo como tal no se percibe, traduciéndose en la pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades que hagamos. Constituye uno de los síntomas o indicadores más claros de depresión, puede estar presente en muchos otros trastornos, como, por ejemplo, en algunos casos de demencias o Alzheimer. En ocasiones, también puede ser generada como efecto del algún medicamento.
Una situación laboral, económica, sentimental o familiar difícil frecuentemente influye en nuestro rendimiento, si va más allá, dichas preocupaciones pueden hasta impedir y/o hacer que perdamos temporalmente la capacidad de disfrutar.
El diagnóstico se basa en criterios generales, evaluando el grado de insatisfacción con las capacidades y logros del paciente, además de sus relaciones interpersonales y la forma en que afronta los acontecimientos de su vida. Existe como baremo la escala de Champman (RSAS).
Es fundamental que quien lo padezca que acepte los hechos que se le presentan, focalizarse en qué lo provoca, detectando los factores externos que favorecen su aparición como los que lo mantienen; además de si algún tipo de conducta que desarrolle le causa un daño asimismo o a los demás. Tras la toma de conciencia puede tratarse. La persona que lo sufre deberá ir aprendiendo afrontar las situaciones.
Algunas recomendaciones básicas para fortalecer recursos y capacidades son:
1. Aumentar su nivel de relajación y concentración.
2. Entrenar la percepción: anotando aspectos positivos de cada día, registrando y detallando actividades y sensaciones, tomando conciencia de sus sentimientos en relación a sus actos. Esto dará lugar a potenciar de nuevo paulatinamente la capacidad de sentir placer.
3. Repetir actividades que producen una sensación de satisfacción en algún grado.
En caso de optarse también por un tratamiento en el que se utilizarán psicofármacos, debe ser por prescripción médica y usados de forma adecuada bajo supervisión.
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