La tarea de educar a un/a niño/a no es un camino fácil, pueden surgir numerosas dudas y es fácil caer en acciones que no promueven una respuesta más positiva en los menores de edad. El estrés, el cansancio, la falta de tiempo, la tensión, etc…son los peores enemigos a los que se enfrentan los adultos responsables a la hora de educar.
Los/as niños/as deben sentirse importantes y queridos por sus adultos responsables, pero también hay que marcar bien los límites y fomentar la autonomía para desarrollar la personalidad de los más pequeños.
Para evitar aquellos actos verbales o no verbales más recurrentes que se realizan sin considerar como el niño/a pueda sentirlo, exponemos una serie de comportamientos a tener en cuenta:
1. Cuidado con la sobreprotección: por muy pequeño que sean hay que cultivar que ellos mismo sean quienes exploren y desarrollen su propia autonomía, aunque bajo vigilancia para poder ayudarles si es necesario. En muchas ocasiones, los adultos tienden a la sobreprotección de los hijos/as por miedo a que les pueda pasar algo. Dentro de unos límites, hay que dar libertad para el crecimiento de su personalidad y habilidades.
2. Es muy importante escucharles: a veces, en situaciones de tensión, los padres o adultos no dejan al más pequeño/a exponer su punto de vista. Hay que intentar mantener la calma y darle la palabra, valorando como lo perciben ellos. Más allá del contenido, intenten fijarse en los sentimientos que tiene el niño/a.
3. No caer en comparaciones: suele ser habitual que se produzcan conversaciones donde se comparen a distintos menores de edad, bien sea con hermanos, primos o entre amigos. Cada niño/a tiene un desarrollo, ritmo y habilidades diferentes. Las comparaciones fomentan más problemas de autoestima e inseguridades, que una respuesta activa y optima por parte de los niños/as.
4. Acostumbrar a los/as niños/as a que les hagan todo: es una acción acorde a la línea de un estilo de crianza de «superprotección». Una escena que se da en muchas casas es ir detrás de los/as niños/as recogiendo todo lo que ellos dejan por en medio. No obstante, hay que apreciar que tareas puede realizar a medida que el niño/a va creciendo, siendo capaz de realizar determinadas tareas, y los adultos deben de aprender a delegar en ellos estas acciones. Por ejemplo, hacer su cama, recoger la mesa, ordenar su habitación pueden ser sencillas tareas que beneficiarán la autonomía del niño y la relación en familia.
5. Hay que evitar gritarles: se trata de uno de los comportamientos que los adultos responsables pueden cometer de forma más habitual al educar, gritar o elevar el tono. La tensión que generan muchas situaciones hace que se produzca un descontrol de impulsos, lo importante en este caso de que ocurra es mostrarles a los niños/as que tras un acto no adecuado se reconoce, se pide perdón y se realizan acciones para prevenir que vuelvan a darse, esto último es clave, comenzar a desarrollar respiraciones, esperar a otro momento, a visualizar cuando darle la indicación al menor de edad y no desesperar en ello, sino entrenarlo. Lo anterior es parte de educar, los nervios, los miedos forman parte de la vida y hay que aprender a regularlos y autoregularlos, muestre que siempre se puede avanzar.
6. Mantega una comunicación fluida: el día a día a veces conlleva muchas tareas y a veces minimizamos lo importante y enriquecedor que es compartir lo que hemos vivido en el día con un otro, para los niños/as cada día puede ser una aventura sorprendente y desean expresarla. La comunicación fortalece la relación paterno/materno filial. Es muy importante mantener viva la comunicación con nuestros hijos/as para conocerles y así poder entenderles mejor cuando magnifican o se emocionan, dimensionar su vida y vivencias.
7. Genere una relación de confianza: si bien es cierto que la base de una relación es la confianza, muchos padres intentan ser «colegas» de sus hijos/as confundiendo la confianza con los roles. Existe una línea entre la privacidad de los adultos responsables o padres y la de los niños/as Aclaremos que lo importante es conseguir y reforzar una relación basada en la sinceridad, en la cercanía, en el amor y la aceptación. Cuando hablamos de sinceridad no es tener que contar todo, se debe de filtrar la información acorde a la edad del niño/a sin engañarlo, crecerá y podrá descubrirlo. La cercanía se refiere a estar próximo a ellos para cuando lo necesiten respetando sus espacios, a veces a todos nos cuesta dejar de estar enfadados o tristes, hay que entregar tiempo y espacio siendo presentes no invasivos. El amor son consecuencia de los distintos actos que podemos tener para que un otro se sienta bien, no feliz exclusivamente, sino entregarle cariño y bienestar; y es aquí donde aparece la aceptación tras la comunicación sincera, el ser presente para cuando te necesiten y un sentir afecto. Que un niño/a se seinta aceptado es sentir que velan por su bienestar de forma incondicional.
8. Reforzar los comportamientos positivos de los niños/as: muchos adultos responsable a veces recompensan a los niños/as con cosas materiales, ya sea por buen comportamiento, por la ausencia de los adultos responsable por su trabajo, o por las descargas de tensión del día contra los niños/as al llegar a casa. Lo anterior puede que genere en los más pequeños un pensamiento errado, acción=regalo. Los niños/as necesitan sentir que aprecian sus acciones y logros (dibujos, palabras, agilidad, etc), requieren de un refuerzo con amor que garantice que los adultos aunque no estén todo el día, si aprecian lo que consiguen.
9. Creer que los niños no piensan como nosotros: que importante es validar la perspectiva de un otro, cuando somos adultos tras nuestras experiencias generamos nuestro propio juicio y que es lo que sirve o no sirve. Lo anterior es parte del crecimiento y desarrollo. Si bien los niños/as no razonan igual que los adultos, su pensar, sentir y entender es real, y por eso es muy importante ponerse siempre en el lugar del niño/a e intentar entender su mundo y sus razones y olvidarnos de todos los prejuicios que nos trae la edad adulta.
10. Mostrar afecto: a muchas personas les cuesta o no tienen costumbre de decir ´te quiero´. No hay que dejar que la rutina diaria nos aleje de la afectividad. La muestra del cariño es siempre fundamental para reforzar el autoestima y el vínculo con sus hijos/as, le invitamos a que pìense de que forma expresa su cariño, todas las formas son significativas, pueden ser mediante la comida, el ocio, las conversaciones, etc. sea consciente de ello y hagale saber al niño/a que es su forma de transmitir cariño más allá de las palabras.
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